Después de un año de estar guardada, gracias a la existencia de un virus que se ha encargado de darle otra perspectiva a la humanidad, por fin me decidí a ocupar mi tiempo en actividades que siempre he tenido ganas de hacer pero que la desidia y los múltiples pretextos encontrados a lo largo de estos meses me hacían posponer una y otra vez. Entre otras, la gigantesca necesidad de externar pensamientos, sentimientos, emociones, opiniones a la luz de tantas personas que se han dedicado a hacer lo mismo. Es comprensible, el encierro nos ha vuelto creativos.
¿Cómo hacerlo? ¿Cómo lograr destacar en este inmenso mar de tanta variedad, jóvenes atrevidos, adultos decididos? La verdad, no me importa. Lo único que quiero es decir lo que quiero decir, asumiendo la responsabilidad de mis palabras y el posible efecto que pueda ocasionar entre mis exclusivos seguidores. A mis 53 años y medio he vivido mucho, mucho, mucho. Cinco décadas de una vida INTENSA. Esa es la palabra.
No pretendo dar consejos, recetas, no, no, nada de eso. Soy la menos indicada para decirte qué hacer o cómo vivir. A duras penas estoy empezando a descifrar qué quiero y cómo. Hay muchas decisiones que he tomado y que todavía no sé por qué lo hice. Pero sí he decidido reconstruirme. Antes de empezar a redecorar, tengo que abrir las grietas y echarles un muy buen repello, antes de que las goteras vuelven a hacer estragos. Gotas de historias inconclusas, de sentimientos guardados, de opiniones sofocadas por miedo a no saber cómo afrontar las consecuencias. Por eso hay que repellar, sellar bien. Una vez que lo logre, entonces, con varios días de sol, echaré el impermeabilizante.
Soy una mujer realizada, completa. Para lo que debe ser el estándar social en el que he vivido, lo soy. Tengo un trabajo casi ideal, marido, hijos, salud más o menos buena...¿y?
Simple. NECESITO MÁS. No sé exactamente qué quiero, pero estoy segura que lo voy a ir descubriendo en el camino ya que ahora sé perfectamente lo que no quiero.
Es un proceso lógico, natural, comprensible, para alguien que tiene satisfecha sus necesidades básicas y lleva una vida más o menos estable. El ser humano así es. Vivimos en una eterna búsqueda de respuestas a los miles de dudas que nos dan tantos años. Y por fin, soy lo suficientemente descarada para gozar este trayecto. Basta de la autocompasión, basta de menospreciarme, basta de sentirme fea y no quererme. Basta de querer encajar en un estereotipo que ni siquiera me gusta. Basta de limitarme. Basta de la eterna lucha conmigo misma. Basta de vivir como un satélite de otras personas. Basta de vivir preocupada por el qué dirán. Basta de tenerle miedo al ridículo. Basta de reprimir sonrisas y lágrimas. Basta de hacer planes a largo plazo y no vivir el presente. Basta.
¿Cuál es mi primer paso? EMPEZAR. Ya, ahora, sin excusas, echándome todas las porras del universo. Disfrutando absolutamente todo lo que decida hacer, darme mi tiempo para tomar un respiro, pausar la cotidianidad, darle un giro a la rutina, aprender a SER YO y a vivir con ello.
Uno de mis gustos es leer poesía. Así que hoy voy a compartir el poema MUJER de la española Ana Muela Sopeña.
Mujer de niebla,
ataviada con sueños e ilusiones
para sobrevivir en la batalla.
Mujer de lluvia,
sumergida en el viaje por la Tierra,
dispuesta a luchar siempre con su luz.
Mujer de bruma,
alucinando con rituales
de belleza adherida a laberintos.
Mujer del bosque,
dibujada en las ramas de los árboles,
llamando a los humanos.
Mujer galáctica,
que vuelas sin cesar por el espacio
más allá de frecuencias infinitas.
Mujer del mar,
observando la vida submarina,
preocupada por las tortugas y ballenas.
Mujer de fuego,
encendida despacio
para brillar con pulsos de la historia
e iniciar sin demora el despertar.
Mujer de agua,
disolviendo las luchas y tensiones
para dar de beber a los sedientos.
Mujer relámpago,
adivinadora del futuro,
profeta de la sal y de la escarcha.
Mujer lunar,
magnética en el caos, trueno en tormentas,
Lilith, complicidad de lo ancestral.
Mujer de Venus,
aliada con la esencia del amor.
Mujer de Urano,
que siembras libertad entre las rocas.
Mujer de nieve,
purificas el tiempo creador.
Mujer de hielo,
soledad del ayer y del mañana.
Mujer de nube,
protegida por ángeles y arcángeles.
Mujer de sombra,
buceadora en campos de misterios.
Mujer raíz,
para entender el alma de las cosas.
Mujer estrella,
que pactas con la música del mundo.
Mujer umbral,
preparada con armas para el cambio.
Mujer visión,
que ves dentro del tiempo y de la herida.
Mujer rocío,
que fertilizas todo lo que tocas.
Mujer arena,
capaz de vislumbrar la hora mágica.