octubre 20, 2020

TODOS LOS BEBÉS SON ESPECIALES

Hace varios años, Dios quiso darle a una familia un regalo único.  Visitó varios hogares. Por fin, en uno de ellos, decidió dejar, en un precioso lecho de algodón, un pequeño capullo. Era una familia que lo tenía todo, una familia que vivía feliz y agradecida porque no necesitaba nada más.  Por eso los eligieron. 
Era un regalo poco común, incomprensible.  Cuando  papá lo descubrió dijo que tenían que protegerlo porque era muy frágil, que si Dios lo había mandado, seguramente era algo valioso.  Familiares cercanos dijeron que no era nada extraordinario y no lo supieron apreciar.  Algunas amistades, vecinos y conocidos tuvieron sentimientos encontrados, otros decidieron ignorarlos, unos más fueron curiosos, los más envidiosos los rechazaron, varios los compadecieron.
¿Y mamá?  Desde el primer momento que vio el capullo lo cobijó en sus brazos, lo mantuvo junto a ella para darle calor y lo cubrió de lágrimas y besos.  El capullo pareció cobrar vida y a partir de ese momento se movía cadenciosamente al compás del latido del corazón de mamá.  Una vida llena de cuidados, de bañarlo a diario con sus lágrimas, de alimentarlo con risas, de vestirlo de besos, de acariciarlo con la mirada y de protegerlo con una gran barrera de amor.  Mamá no tuvo más recursos que su paciencia, una voluntad inquebrantable y el deseo de que ese capullo se transformara en el ser más hermoso del mundo.  Y lo logró. 
Varios años después vimos que ese capullo se convirtió en una mariposa cuyas alas estaban formadas de pétalos de rosas multicolores.   Eso nos enseñó a todos que el mundo no sólo tiene una cantidad infinita de colores, sino que todos son hermosos y que cuando están rodeados de luz, brillan y deslumbran. 
 Al principio sus padres no querían dejarla volar, ni siquiera podían dejarla sola en el jardín.  Pero ella fue poco a poco fortaleciendo sus alas y su vuelo ya no podía detenerse.   Por eso las puertas de su hogar se abrieron y algo increíble pasó.   No sólo ella inició su recorrido por el mundo, el mundo la conoció a ella.  Todos los que cuestionaron su presencia en ese hogar vieron como sus colores hacían más hermoso el paisaje y aprendieron también a admirarla, respetarla y amarla. 
 La música que  se oye cuando sus alas se mueven siempre les recuerda a la que se formaba con los latidos del corazón de mamá.  Sonidos directamente compuestos por un espíritu fuerte, incansable, noble.
A nombre de esa hermosa familia, quiero dar las gracias a los que han comprendido su extraño paso al caminar.
Gracias a los que saben que sus oídos tienen que esforzarse para escuchar lo que oyen.
Gracias a los que comprenden el por qué sus ojos brillan y saben lo  difícil que es convertir en palabras los pensamientos.
Gracias a los que miran y no ven la comida que deja caer fuera del plato y con una sonrisa en los labios la estimulan a intentarlo una vez más.
Gracias a los que han tenido la paciencia de responder sus calladas preguntas.
Gracias por saber lo que siente un corazón aunque no pueda expresarlo.
Gracias porque la respetan y la aman como es y no como quisieran que fuera.
Todos los días nos da una gran lección de VIDA.
La alegría de vivir…
La entereza para enfrentar la lucha sin importar los obstáculos.
El empeño por ser mejoreres a costa de todo.
El verdadero amor, el amor compartido en familia, incondicional, puro, eterno y real.
Y la felicidad que no comprenderíamos sin su presencia.
 Gracias, Señor, por este maravilloso regalo.

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